Los nuevos padres de un niño pequeño
Me considero una mujer afortunada: Me casé con la misma persona increíble dos veces - la primera vez que usaron esmoquin, y la segunda vez, usaron un vestido de novia.
Durante casi dieciocho años de matrimonio, conocí a mi esposa como hombre. Cuando nos casamos por primera vez, éramos los nuevos padres de un niño pequeño. No podíamos permitirnos un fotógrafo o una luna de miel. Los dos alquilamos nuestra ropa de boda y compramos nuestros anillos de segunda mano en una casa de empeño.
Un grito de ayuda de un niño
Pero mientras los fondos eran escasos, el amor era abundante. Ese amor nos ha llevado a través no sólo de una, sino de dos transiciones de género en
nuestra familia. Mi cónyuge que salía como mujer no era el primer turno dentro de las paredes de nuestra somnolienta casa suburbana. Todo comenzó con un grito de ayuda de un niño muy valiente. Si me hubieras pedido que describiera a mi familia hace unos años, te habría dicho que
éramos madre, padre y tres hijos. El café con leche de vainilla de las familias. Y me gustan los cafés con leche de vainilla, muchas gracias. Son simples y predecibles.
Una familia perfecta
Podríamos haber parecido la parte de
una familia perfecta, pero había problemas bajo la superficie. Un velo de infelicidad cubría nuestra casa. Tanto mi cónyuge como nuestro hijo de en medio estaban hoscos, retraídos y a menudo enojados. Parecían querer esconderse del mundo en vez de estar involucrados en él. Rara vez nos reuníamos con otros o salíamos como una familia de cinco personas. Las actividades sociales eran demasiado
estresantes para todos nosotros, con dos participantes que no estaban dispuestos a participar. Anhelaba una familia que se divirtiera junta. Durante muchos años, no fuimos esa familia.
La ansiedad y la depresión tan severas
Pero en una fría noche de febrero de 2014, llegó un correo electrónico de nuestro hijo de 11 años, a quien conocíamos entonces como nuestro hijo mediano. "
Por favor, trata de entender", decía el mensaje. "Soy una chica atrapada en el cuerpo de un chico. Más que nada, necesito ser una chica. Por favor, ayúdame." Una ola de sentimientos se levantó y se enredó en mi garganta. Durante años, este niño había estado luchando contra la ansiedad y la depresión tan severas que habíamos pasado horas en sillas de terapeutas, consultorios médicos y salas de emergencia. A pesar de los mejores esfuerzos de todos, no pudimos encontrar ninguna razón o solución. Me quedaba despierto por la noche, esperando
desesperadamente respuestas.
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