Los medios de comunicación social

Carteles que proclamaban

India a los 15 años. Ese Día de la Madre, mi primer día como madre sin un hijo, pensé que podría evitar los adornos de la ocasión si me mantenía al margen de los medios de comunicación social. Pero mientras conducíamos, seguíamos pasando gasolineras, floristerías y anuncios en carteles que proclamaban "Feliz Día de la Madre". Encendí la radio para distraerme, pero incluso eso resultó ser doloroso: El DJ habló de su mamá, y sus oyentes llamaron para pedir canciones para ellos.

El rugido de un coche que pasaba

Me sentí como un niño con fiebre que no podía expresar dónde le dolía. El brillo del cielo primaveral me picó los ojos. Me dolían los oídos: el rugido de un coche que pasaba, el chillido de un avión que volaba por encima, el golpeteo de los tambores de mi canción favorita. Todo era demasiado intenso. Alrededor del mediodía, Mark sugirió que paráramos para almorzar en un restaurante que un amigo nos había recomendado. Cuando llegamos, el estacionamiento estaba lleno y la fila era tan larga que se derramó sobre la acera.

Un restaurante de comida rápida

Los niños se aferraban a los brazos de sus padres y corrían de un lado a otro de la cola, cantando, jugando y peleando con sus hermanos. Mark y yo nos dimos la vuelta sin decir palabra y volvimos a la carretera. Mark y Lesley con la India en casa. (Foto, cortesía de Lesley Buxton) Nos detuvimos un par de horas después en un restaurante de comida rápida. Cualquiera que me viera desenvolver mi hamburguesa desde el otro lado de la habitación nunca hubiera sabido el significado de la ocasión para mí, sólo con mirarme. Pero recuerdo mantener la cabeza baja mientras comíamos, como si tuviera algo de lo que avergonzarme.

Una alfombra manchada

Pasamos el resto del día conduciendo, sobre todo en silencio. Cuando llegamos a North Platte, Nebraska, estaba oscureciendo afuera. Nuestra habitación de hotel estaba sucia, con una alfombra manchada y una cama caída, pero no me importaba. Todo lo que quería era irme a dormir. Ese primer Día de la Madre fue un recordatorio estremecedor de que había perdido no sólo a mi hijo sino también mi identidad. Estaba de luto por dos personas: mi hija y la persona que era cuando estaba con ella. Tenía 31 años cuando nació India. Hasta entonces, pensaba que la felicidad venía de marcar los logros. Fue una revelación para mí descubrir lo feliz que podía ser sólo por estar con mi hija.

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